Una de las razones que esgrimen los políticos para negarnos a los motoristas el derecho de igualdad, ese que debería significar que no por conducir un vehículo de dos ruedas deberíamos sufrir muertes o amputaciones por culpa de sistemas de contención diseñados para los que circulan sobre cuatro ruedas o más, es su elevado coste.

Cubrir los millones de postes cortantes que nos amenazan, silenciosamente, desde los arcenes de las carreteras costaría un dineral, sí, pero no tanto si lo comparamos con lo que se gastó en los últimos 45 años en instalar estos sistemas de protección selectivos. Lo fundamental, lo más importante, y que no puede esperar a pasado mañana, es no seguir cometiendo los mismos errores.

Guardarraíl sin SPM

Guardarraíl con poste IPN y sin SPM. Este concretamente, es asesino.
Os voy a contar una historia que seguramente algunos ya sabréis. Hasta el año 2001, los postes de sujeción de las biondas eran unos que llaman IPN (popularmente se les conoce también como “en H” o “doble T”. Son auténticas cuchillas, de probada letalidad (miles de muertes lo atestiguan). La Orden Circular 6/01 del Ministerio de Fomento reconoció su peligrosidad y estableció que no se usarían más. Siempre que se fuera a colocar un nuevo guardarraíl, o que necesitara reparación o mantenimiento, se colocarían otros sin filo, denominados “tubulares”, u otros en forma de “C”, o CPN.

Sin estruendo, sin hacer acopio de inmensos presupuestos, se consiguió dar un paso adelante. En la práctica no supone un gran alivio para los motoristas, porque estos postes, en caso de impacto, siguen sin amortiguar el golpe, siguen provocando muertes, amputaciones y grandes lesiones. No cortan, pero destrozan.

Guardarraíl integral
Guardarraíl integral. El SPM “oculta” los postes y gracias a su flexibilidad, absorbe parte de la energía del impacto con el cuerpo, reduciendo los daños.
Pero al menos, pudimos ver que hay una posibilidad de plasmar en la normativa un antes y un después, un punto de inflexión. Habrá que seguir corrigiendo lo que se hizo mal en el pasado, pero lo que no es admisible es que a día de hoy se sigan poniendo guardarraíles asesinos sabiendo que matan, esperando a que el político de turno, en el futuro, aparte un poco de su presupuesto, y, qué majo, decida proteger un par de curvas de una ruta frecuentada por motoristas los domingos por la mañana. Esto no es serio.

Si los políticos quieren hacer algo de verdad, deben conseguir que la normativa de construcción y mantenimiento de carreteras, a partir de mañana mismo, prohíba la instalación de guardarraíles sin SPM (ya sean nuevos o tras acciones de mantenimiento), es decir, que obligue a la instalación de guardarraíles integrales (esto es, bionda con SPM incorporado), por un puro principio de igualdad de derechos de los ciudadanos. Y esto lo puede hacer cada administración, dentro de sus competencias. No hace falta esperar a que alguien de arriba venga con la obligación. Aquí se demostraría la voluntad de cada uno. Desde Fomento, cada Diputación, cada ayuntamiento, retratándose de verdad con su verdadera convicción y apoyo a la vida de los motoristas.

¿Y saben qué es lo mejor? Que esto es gratis, señorías, no obliga a gastarse una millonada en arreglar lo viejo (eso quedará para más tarde). Pero al menos garantizará que no hay nada nuevo que corregir. El sobrecoste estimado de poner SPM en una obra nueva se estima en el 0,5% del montante total del proyecto, entre 25€ y 35€ por metro, una parte ínfima. Las reparaciones de las biondas se hacen con cargo a los seguros privados de quienes impactaron contra ellas. Nos quedarán los errores del pasado, pero el futuro, desde ya mismo, queda ejecutado y en condiciones de seguridad para todos los ciudadanos, vayan en coche, en autobús, en moto, en bici o en burro.

Menos palabras y más acciones.

Vsss.


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