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    Un chófer de autobús que quintuplicaba la tasa de alcohol con 0.74 puso en riesgo 47 vidas humanas



    • El bus se dirigía a Vivero (Lugo). Los viajeros alertaron a los vigilantes de la Estación Sur que hicieron caso omiso. Recorrió 25 kilómetros hasta que la Policía Municipal le paró en la A-6

      No ocurrió una tragedia de milagro. Los ocupantes de un autobús que partió del aeropuerto Adolfo Suárez-Barajas (T4), con destino a Lugo, vivieron una situación tan peligrosa como surrealista la noche del sábado. El conductor presentaba síntomas de embriaguez, ante lo cual varias personas avisaron a los vigilantes de seguridad de la Estación Sur, en donde realizó una parada. Éstos hicieron caso omiso.

      La ruta prosiguió, por lo que, indignados, alertaron a la Policía Municipal, que logró interceptar el vehículo en la carretera de La Coruña (A-6). Había recorrido unos 25 kilómetros.

      El test de alcoholemia dio positivo: quintuplicaba la tasa de alcohol estipulada para los conductores con carné profesional (0,15 miligramos por litro de aire espirado). Tenía 0,74. Fue detenido, acusado de un presunto delito contra la seguridad vial.

      La pesadilla de los ocupantes del bus del Grupo Arriva, con sede en Galicia, comenzó en el aeropuerto, cuando se disponían a emprender el viaje a las 23.59 horas del sábado. Algunos, mientras guardaban su equipaje en el maletero y mostraban los billetes al conductor, notaron algo raro.

      Ya en la Estación Sur, situada en la calle de Méndez Álvaro, algunos de los que se incorporaban al recorrido se percataron de que podría haber bebido más de la cuenta, por lo que, temerosos, se lo comunicaron sin pérdida de tiempo a los vigilantes de seguridad de la terminal. Ante su estupor, éstos se limitaron a manifestar que «esa cuestión no era de su competencia», según confirmaron fuentes policiales a ABC. «Ni siquiera avisaron a la Policía».

      El vehículo siguió su rumbo con un total de cuarenta y siete personas a bordo, muchas de ellas visiblemente preocupadas. El fin del trayecto Madrid-Vivero (Lugo) concluía a las 10.16 horas, tras parar en Ponferrada (León) y en la capital lucense.

      Sin embargo, como los viajeros no estaban dispuestos a correr riesgos ni a hacer un viaje tan largo con el chófer en esas condiciones, decidieron llamar al 092 y comunicar lo que estaba sucediendo a la Policía Municipal.

      Como mínimo, se exponían a sufrir un aparatoso accidente y, en el peor de los casos, a que el siniestro tuviese consecuencias dramáticas, ya que no sólo corrían riesgo sus vidas sino también la de terceros. De inmediato, los agentes pusieron en marcha un dispositivo con el fin de localizar al imprudente conductor. Así, se movilizaron media docena de patrullas de la Unidad Especial de Tráfico (UET), junto a otras de refuerzo y varias del distrito Moncloa-Aravaca, por donde discurría la ruta.

      El conductor, detenido
      El autobús fue localizado, apenas nueve minutos después del aviso que recibieron tras partir de la Estación Sur, en la calle de Padre Huidrobo, en la A-6, a la que acababa de incorporarse tras circular por la M-30, precisaron las mismas fuentes.

      Al conductor se le realizó el test de alcoholemia en dos ocasiones, tal y como establece el protocolo. Su resultado: 0,71 y 0,74. Fue arrestado y trasladado a las dependencias de tráfico de la calle del Plomo por una patrulla de Moncloa, en donde, tras realizar las diligencias, quedó en libertad, a la espera de que se celebre un juicio rápido. Su empleo peligra.

      Aplausos a los agentes que pusieron fin a la pesadilla
      M. J. Á. MADRID
      Los aplausos atronaron en el autobús de línea con destino a Vivero (Lugo), sobre las 00.30 de la madrugada del domingo. Iban dirigidos a los agentes de la Policía Municipal que localizaron y arrestaron al conductor del vehículo, que había «bebido unas copas de más». Aliviados, los cuarenta y siete viajeros agradecieron así a los agentes su labor por su rápida y eficaz intervención que puso fin a su angustia. Éstos se limitaron a indicar que era su trabajo. A los pasajeros no les importó esperar en la cuneta a que el Grupo Arriva buscara otro chófer que sustituyera al arrestado. Ni tampoco llegar con retraso a sus respectivos destinos, en donde les esperaban sus allegados. Al final, el viaje pudo continuar con unos pasajeros satisfechos, una vez pasado el peligro. La pesadilla, por fin, había terminado.
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