Estabas como un niño con zapatos nuevos. Allí, junto al río, donde esperábamos turno para cargar. Me enseñabas la nueva maquina con la ilusión que se enseña un hijo recién nacido. Han sido muchos kilómetros a lo largo de los años, muchos lugares, muchos amaneceres, muchos horizontes... Mucha vida en una caja metálica, lejos hoy, cerca mañana, muchas horas de sol, muchas de lluvia, demasiada niebla.. Sin embargo tenias el virus, ese que te lleva una y otra vez hacia ese mejunge gris al que llaman asfalto, ese virus que o bien se hereda o bien se desarrolla, pero una vez adquirido no se cura nunca.
Ahora te tocaba aparcar, soltar el rosco para cumplir el descanso obligatorio. Tocaba cerrar el disco, para no volver a abrirlo. Sin embargo no has querido, has decidido arrancar en el viaje mas largo, te has largado sin avisar, con pocas palabras como tu siempre has hecho.
Para este viaje, solo tu decides el destino... para este no hay que buscarte retorno... Arrieros somos Mili, y tarde o temprano nos volveremos a cruzar, nos volveremos a copiar.
No conozco esa ruta, no sale en ningún mapa, pero no me cabe ninguna duda que encontraras el mejor camino, y el mejor sitio donde hacer el descanso.