Es el chófer de las 'megaconstrucciones'. Juan, camionero vocacional, traslada de madrugada tanques o depósitos industriales, todo un reto. Ha recorrido Europa en tráiler. Transporta aviones, helicópteros, barcos o casas. Lo hace a cualquier hora. 'De noche te ahorras atascos', reconoce
Juan tiene 62 años y muy pocas ganas de retirarse. «Ya no hay obras para que las vayan a ver los jubilados. ¿Dónde voy a ir?», pregunta entre risas. También tiene 12 camiones y un ímpetu irreductible por seguir subiéndose a ellos. «Si tengo que salir mañana temprano para Alemania, me voy, sin problemas. Podría tener un chófer, pero prefiero ir yo, así me distraigo», cuenta este enamorado del volante, que acumula cuatro décadas en el gremio. «Es el oficio de mi padre, de mis tíos, el que me ha gustado siempre. Es el trabajo de mis sueños y lo hago con gusto. No me satisface otra cosa. No disfrutaría de paleta o de carpintero», reconoce.
Juan está conectado al móvil las 24 horas y los 365 días del año. Dirige su empresa y distribuye los encargos, pero nunca se ha apartado del asfalto, ni siquiera de noche. A altas horas de la madrugada es el hábitat de muchos transportes especiales de los que se responsabiliza su compañía, Grúas Cano. «Hay transportes que no se pueden hacer de día para no molestar. Se hacen de noche y necesitas el acompañamiento de Mossos d’Esquadra, Guàrdia Urbana o Guardia Civil», cuenta.
Estructuras grandes, que miden hasta ocho metros de ancho e incluso 30 de largo, piezas gigantes de refinería o ‘megaconstrucciones’ para la industria forman parte del catálogo de porte nocturno:«Lógicamente hay que ir con mucho más cuidado, tienes que estar muy concentrado en lo que se lleva». El traslado desde las instalaciones de Schwart Hautmont, en Vila-seca, hasta el Port de Tarragona es un clásico.
Luego está el resto de servicios. «A veces si se precisa el transporte a primera hora de la mañana en Madrid, hay que salir y circular toda la noche. Cada vez se trabaja menos de noche, pero a veces nos reclaman y se hace», dice. Romper los ciclos de sueño y el descanso es la parte más amarga del turno de noche. La cara positiva: «Si estás acostumbrado, se va más tranquilo. Entrar en ciudades grandes como Madrid es mucho peor de día que de noche. A las cuatro de la mañana te ahorras atascos». Juan es un experto de la conducción minuciosa y cuidada. «A veces llevamos cosas muy valiosas», admite.
Árboles y casas de madera
Los traslados de mercancías especiales son su especialidad, igual que los viajes de largo recorrido. Al volante de uno de sus tráilers ha ido, noche incluida, a países como Holanda, Alemania, Francia, Austria, Italia y Eslovenia. También ha transportado propiedades de lo más variopintas, desde inmensos tanques para fábricas a depósitos, pasando por aviones, andamios, árboles, barcos, helicópteros o casas de madera, un boom en los últimos años.
Habitual es el traslado de helicópteros desde Tarragona hasta una base de Palma del Río (Córdoba): «El secreto es mucha precaución. Tienes que ir despacito, y moverte entre 80 y 85 km/h».
Juan, insaciable devorador de kilómetros, todavía tiene cuerda para rato. Le atrae la carretera y cualquier cosa que tenga que ver con transporte. Disfruta contando la última hazaña con la cesta elevadora o departiendo sobre las propiedades de la góndola, una de esas plataformas mastodónticas que arrastran las cabinas, capaces de llevar construcciones de hasta 70 toneladas: «Sigo haciendo este trabajo con gusto y satisfacción. Voy a seguir hasta que el cuerpo aguante».
Juan, que tiene en sus hijos los herederos del negocio, promete seguir al pie del cañón, en base a esa vocación de chaval que casi entronca con el mandamiento de Loquillo y su célebre deseo de ‘yo para ser feliz quiero un camión’.