Jacinto Manuel Menéndez, de Gozón, es el dueño del coche con la matrícula más peculiar que se troqueló en Asturias en los últimos 31 años: la O-0000-O
«Mientras yo viva, este coche no se vende», subraya Jacinto Manuel Menéndez, un vecino de Manzaneda (Gozón) que todos conocen como Manolo, el dueño del «cero-cero»: un Seat 131 con la matrícula O-0000-O. La combinación, única y cuando menos original, la anhelan conductores de aquí y de allí. Menéndez, sin embargo, rechaza cualquier oferta. Y es que su vida está ligada a este coche que adquirió en un concesionario de Avilés hace la friolera de 31 años. Entonces era taxista y durante diez años realizó viajes de la ceca a la meca con vecinos del área rural y también con muchos novios el día de su boda.
«Me costó medio millón de pesetas y era de los pocos coches que había en el pueblo, fue la novedad», explica Manolo Menéndez, que aún realiza cortos trayectos en su «cero-cero». Jamás tuvo un golpe. «Y no creo que sea por la matrícula», reconoce. Sus amuletos son una pegatina transparente de la Santina (en la luna trasera) y las cintas de la Virgen del Acebo de Cangas de Narcea que cuelgan del espejo retrovisor. Pese a todo, las multas de tráfico son el pan de cada día en su casa. «La última me llegó el otro día de La Coruña, cuando el coche estaba en el garaje. También me llegaron de Barcelona», cuenta. ¿El motivo? «Por defecto de algunos ordenadores, pero el asesor ya sabe que esta matrícula es así y es quien hace las gestiones para que me retiren la sanción», añade. A Manolo Menéndez ya le conocen en Tráfico y también en la ITV. «Paso la revisión cada año, la última vez fue en enero», asegura. Pocos de sus conocidos se sorprenden al comprobar su matrícula redonda: la mayoría se asombran del motor.
Menéndez mima su coche hasta decir basta. Conserva la tapicería de cuero que le entregaron en mayo de 1978 con el Seat 131 y el color miel de la chapa. Su O-0000-O tiene ahora mismo 49.000 kilómetros, pero es que el cuentakilómetros ha dado la vuelta más veces de las que recuerda. El afamado conductor no duda en retrasar su merienda (empanada casera de sardinas saladas) y poner punto final a sus quehaceres diarios (ayuda en el bar-tienda que fundaron sus padres en 1930 y se entretiene en el campo) para arrancar el coche, aparcado en el garaje bajo un escudo plateado del Sporting de Gijón, y demostrar que funciona como la seda. El viejo «cero-cero» ruge y los faros alumbran la matrícula más peculiar que se troqueló en Asturias en los últimos 31 años: la O-0000-O, seis roscos como seis soles, una combinación redonda, única e irrepetible. «Y va como un "espuni"», confirma este vecino de Manzaneda, ayer en zapatillas y con pantalón de mahón.