"Y siempre soy la última en salir de aquí", cuenta ella al rotativo Het Laatste Nieuws.
Robertine Houbrechts acaba de celebrar su 96 cumpleaños, y lo ha hecho rodeada de su familia en el mismo lugar en el que pasa todas las veladas y haciendo lo que hace cada día: tomándose de 10 a 20 cervezas.
Robertine acude cada tarde con su hijo al bar Floreal de Muizen. en Amberes, Bélgica, y allí pasa el rato en su mesa favorita, tomando cerveza. Y siempre es la última en abandonar el bar.
No se trata tan solo de que Albertine esté en un bar a una hora en que las personas de su edad ya están en la cama descansando, se trata también de la cantidad de cerveza que toma. Aunque ella afirma que bebe solo 3 o 4, su guiño travieso desmiente sus palabras. El propietario del bar afirma que, en realidad, se toma entre 12 y 20 cervezas cada día. Con tanta cerveza, la mayoría de personas ya se hubiera caído de la silla, pero Albertine las disfruta como si nada.
Albertine afirma que a veces se marea un poco, pero que la culpa es de la vejez y no de la cerveza. Además, su médico le ha dicho que goza de buena salud y que puede seguir acudiendo al Floreal como de costumbre. Albertine trabajó desde joven en un bar, y tiempo después abrió uno propio, de donde se retiró a los 60 años. Desde hace 17 años acude a diario al Floreal, a solo unos cientos de metros de su casa.
La visita al Floreal es la rutina diaria. Es el lugar donde puede encontrarla cualquiera que quiera visitarla. Con una excepción: cierra los miércoles, y entonces Albertine se queda en casa, viendo el fútbol. Aunque, como explica su hijo, hay que ponerle el volumen del televisor alto, porque le falla un poco el oído. Aparte de eso, parece gozar de una salud excelente. Solo toma una pastilla al día; el resto, dice Albertine, se lo debe a la cerveza, su mejor medicina.