La preocupación de la Guardia Civil por el uso del cinturón de seguridad no es algo nuevo. El control forma parte de su rutina de trabajo habitual y todavía son muchos los casos en los que detectan esta infracción. «En vías interurbanas lo usa prácticamente todo el mundo pero en los trayectos cortos todavía hay personas que no lo utilizan», alerta Tomás Robles, sargento de la Guardia Civil de Tráfico.
Su pelea por la concienciación de los conductores es constante y jamás olvida que, en demasiadas ocasiones, las víctimas son los niños. «Lo más bonito es que en educación vial un hijo te llame la atención a ti cuando no usas el cinturón de seguridad. Eso denota que hay una buena educación vial basada en la costumbre».
Robles no oculta que en más de una ocasión ha tenido que ser tajante con padres, madres y abuelos que mostraban sus reticencias. «Es preferible que llore el hijo porque tiene que llevar el cinturón que ver llorar a un padre que ha perdido un hijo porque no observó esta norma: a 20 o 30 kilómetros/hora, si se sufre una deceleración brusca, un menor de 10 kilos alcanza un peso de proyección superior a 100 kilos».
Su empeño también le obliga a concienciar sobre el riesgo que corren los ocupantes en caso de accidente. De hecho, son frecuentes los siniestros en los que alguien que viaja en el asiento trasero rompe el asiento delantero al salir despedido hacia adelante.