Dos Guarias Civiles salvan la vida a un bebé con la boquilla de la prueba de alcoholemia - Sucesos Debates en Foro Transportistas

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    Dos Guarias Civiles salvan la vida a un bebé con la boquilla de la prueba de alcoholemia

    • Los guardias civiles de Tráfico que el sábado salvaron la vida de un bebé relatan que la idea de meterle una boquilla de las pruebas de alcoholemia pudo impedir que el niño se asfixiara

      Salvadores  Gabriel Cobos y Francisco López, ayer, delante del hospital Reina Sofía. - Foto:FRANCISCO GONZALEZ



      "¡Se me muere, el niño se me muere!". Es lo único que acertaba a decirles una madre desesperada con su bebé de 18 meses en brazos. Eran las 19.40 horas del sábado. Allí, en mitad de la carretera, en la A-431, a la altura de Villarrubia, Francisco López y Gabriel Cobos, dos guardias civiles de Tráfico que estaban patrullando como un día más, no podían imaginar el servicio que les aguardaba.

      "Se bajó de un coche con su bebé en brazos y nos pidió ayuda. El niño estaba inconsciente y la mujer chillaba, decía que no podía respirar, que se estaba asfixiando...", recuerda Francisco. Entonces, "nos bajamos del vehículo, cogimos al pequeño en brazos y empezamos a palparlo para intentar descubrir qué le ocurría, qué síntomas tenía... La madre, con la angustia, no podía explicarse bien, no sabíamos si se había tragado algo, si tenía las vías obstruidas... Luego nos comentó la mujer que podía ser consecuencia de un estado febril".

      Y ahí, de repente, en una situación angustiosa y de mucha tensión, se les ocurrió una maniobra que pudo ser crucial para reanimarlo. "Mi compañero, de forma espontánea, propuso meterle en la boca una boquilla de las que empleamos para las pruebas de alcoholemia. La idea era evitar que pudiera tragarse la lengua, asfixiarse... Así lo hicimos. Luego los montamos en el coche --la situación no permitía esperar a una ambulancia-- y los llevamos rápido al hospital Reina Sofía". Por el camino, el bebé, que "parecía que estaba muerto" cuando lo tomaron por primera vez en sus brazos, recuerda Gabriel, "empezó a tomar aire y a vomitar, porque estaba fatal". Pero el traslado se hizo rápido y, además, a través de las comunicaciones, ya habían alertado al centro hospitalario, por lo que a su llegada estaba todo preparado para atender al pequeño. "Nosotros seguimos con nuestro servicio, pero más tarde nos interesamos por el pequeño y supimos que la evolución era favorable y la cosa iba bien". Habían salvado su vida.

      "Nos sorprendió la entereza de la madre --señala Gabriel--. Dentro de su angustia, no perdió los papeles ni el control de la situación y la verdad es que hizo las cosas bien. Al vernos --la madre y el bebé estaban siendo trasladados por otra mujer en un coche-- recurrió a nosotros y acertó porque había mucho tráfico en ese momento y no hubieran podido llegar lo suficientemente rápido al hospital". Pero no solo la mujer acertó, también los agentes. Gabriel apunta que "no sabíamos si estaba entre la vida o la muerte y lo primero era que el niño respirara". Lo consiguieron y la madre, lógico, se mostró "muy agradecida". "Te encuentras en mitad de la carretera, no sabes si tu hijo se está muriendo o no y que venga alguien y te eche una mano... Cualquier ciudadano lo hubiese hecho --afirman restando importancia a su actuación--, pero nos tocó a nosotros". "Salió bien, el crío está bien y eso es lo importante", añade Francisco.

      Pero más allá de no querer erigirse en protagonistas, confiesan su satisfacción. "Sí, claro, esta noche ni he dormido de la emoción", asegura Francisco. "Hombre, todos los días no se salva una vida, y se trata de un bebé, que te llega más adentro. Profesionalmente te llena muchísimo. Es la parte más bonita de este trabajo --reconoce Gabriel--. Pudiera haber desembocado de otra manera, pero gracias a Dios el pequeño lo puede contar". El y sus dos ángeles de la carretera.

      Fuente: Diariodecordoba.com
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