EL TRANSPORTE DEL FUTURO - Otras notícias Debates en Foro Transportistas

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    EL TRANSPORTE DEL FUTURO

    • Desde que se anunciara que California se prepara para la puesta en marcha de Hyperloop, el transporte del futuro ideado por Elon Musk, CEO de Tesla, la imaginación de todos los que amamos la tecnología y miramos al futuro con esperanza se ha disparado. ¡Podríamos viajar de Madrid a Barcelona en media hora!

      Y es que aunque de momento Hyperloop Transportation Technologies (HTT), la empresa detrás del proyecto y que surgió hace dos años a raíz de la propuesta de Musk, solo va a construir un tramo de pruebas de ocho kilómetros que estará listo en 2017, es inevitable pensar en cómo quiere cambiar Hyperloop nuestra forma de viajar.

      ¿Cómo funciona Hyperloop?


      Aunque ya se ha escrito largo y tendido sobre la tecnología detrás de Hyperloop (os recomiendo mucho el informe técnico preliminar del propio Elon Musk) vamos a repasar un poco por encima cuál es la propuesta antes de imaginar cómo cambiaría nuestro mundo su implantación a gran escala.

      Tal como nos cuenta en el vídeo Dirk Ahlborn, CEO de Hyperloop Transportation Tecnhologies Hyperloop es un sistema de transporte a velocidades subsónicas (1200 km/h aproximadamente, justo por debajo de la velocidad del sonido) a través de cápsulas que viajan por tubos. Se podría establecer una analogía con el sistema de tubos neumáticos que se emplea en oficinas para el envío de documentos y también con el tubo transporta-personas de Futurama, aunque la tecnología detrás no es exactamente la misma.

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      Un sistema de tubos neumáticos funciona mediante aire comprimido o una bomba de vacío. Bien se inyecta aire a gran presión empujando la cápsula a través del tubo o se extrae aire del otro extremo para succionarla. Un sistema así sería poco viable a gran escala por varios motivos, pero el más inmediato es que la fricción de ese aire moviéndose con las paredes del tubo sería inasumible.

      Otra opción sería crear el vacío en el interior del tubo y usar levitación electromagnética, pero lograr mantener el vacío en trayectos largos es complejo y delicado, pues cualquier pequeña grieta o una mala junta tendría consecuencias nefastas.

      La solución encontrada pasa por un ingenioso sistema de baja presión, "similar a la de un avión a mucha altura", indica Ahlborn, que reduce la resistencia del aire, combinado con un cojín de aire que mantiene la cápsula en suspensión, como lo hace el disco en una mesa de air-hockey de esas que encontramos en las recreativas, solo que aquí el aire sale del disco y no de la mesa.

      Este cojín de aire se consigue gracias a una turbina en el morro de la cápsula, que comprime el aire que se va encontrando a su paso y lo redirecciona hacia la parte inferior y posterior del aparato, resolviendo de paso el problema del límite de Kantrowitz. Sin esta solución, la cápsula acabaría convirtiéndose en el émbolo de una bomba de aire (como con la que hinchamos la bicicleta) y la resistencia sería insuperable.

      Finalmente, el sistema de aceleración correría a cargo de un motor de inducción eléctrica como el que usan los coches de Tesla, solo que en vez de ser cilíndrico y girar sobre sí mismo, estaría dispuesto en el tubo y en la base de la cápsula. No sería necesario un motor a lo largo de todo el trayecto, sino solo al principio y en algunos puntos donde se pierda velocidad (subidas, curvas...) ya que el resto irá a cargo de la inercia, pues suponemos un entorno donde el rozamiento es casi nulo.

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      Esto, unido al hecho de que se alimentará a partir de energías renovables (por ejemplo, paneles fotovoltaicos en los tubos), hace que los costes de viajar a tan gran velocidad sean significativamente inferiores que cualquier otro medio de transporte, lo que unido al hecho de que no necesita una infraestructura compleja ni que ocupe mucho espacio (básicamente dos tubos sobre una estructura de columnas) es lo que puede hacer de Hyperloop una auténtica revolución en la forma en la que viajamos, pero también de la manera que vivimos.
      Así quiere cambiar el Hyperloop nuestra forma de viajar, y de vivir

      Dirk Ahlborn es claro:

      Va a cambiar la vida. Cuando puedes viajar 600-800 kilómetros en 20-30 minutos con un coste muy bajo, puedes plantearte: ¿Dónde voy a comer hoy? Estas cosas cambian cómo vamos a vivir.

      Con Hyperloop, a 1200 km/h, se podría viajar de Los Ángeles a San Francisco (600 km aproximadamente) en media hora. Lo mismo que de Barcelona a Madrid, pues el actual trazado del AVE tiene 659 kilómetros, así que en 33 minutos llegaríamos de la Ciudad Condal a la capital. Si el AVE ya ha reducido a anecdótico el puente aéreo, Hyperloop deja al tren de alta velocidad en pañales.

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      Comparando otras otros trayectos que ahora normalmente hacemos en AVE con Hyperloop, entendemos un poco mejor cómo este sistema de transporte acorta las distancias a niveles hasta ahora inimaginables: Valencia-Madrid en 22 minutos, Madrid-Sevilla en 24 y Alicante-Madrid en 25. Apenas da ni para ver un capítulo de tu serie favorita en el camino y es probablemente menos tiempo del que emplearías en llegar de tu casa a la estación. Incluso los más de 1.000 kilómetros que separan Barcelona de París se podrían recorrer en solo 50 minutos.

      Si el AVE ya ha transformado la forma en la que nos movemos, permitiendo ir y volver con toda comodidad a las grandes capitales del país, incluso en el mismo día, podemos hacernos una idea de lo que significaría Hyperloop en el mundo del transporte, así como las implicaciones que eso tendría en la forma en la que organizamos nuestra forma de vivir y trabajar.

      Con un sistema de transporte que nos traslade de forma rápida y económica a grandes distancias (se ha hablado de 20 dólares para un trayecto de 600 kilómetros, cinco veces menos que el AVE Madrid-Barcelona) se reducirían en gran medida la superpoblación de las grandes ciudades y los problemas de congestión que suponen las periferias urbanas.

      Si en media hora eres capaz de llegar desde casi cualquier punto del país a Madrid, tener tu oficina en Valencia o Sevilla no es ninguna locura. Vas, visitas a tus clientes y vuelves. También se reduce el coste logístico de tener diferentes delegaciones y aumentas exponencialmente tus posibilidades de negocio, antes limitadas por el transporte. Ni siquiera sería una locura tener un trabajo en Madrid y vivir en Valencia. Ya hay gente que tarda mucho más de una hora en llegar a su puesto de trabajo viviendo en la misma ciudad.

      Pero no solo para los negocios se abren nuevos horizontes, también para el ocio. Madrid podría decir que tiene la playa a media hora ¡y sin operación retorno! Podríamos ir a ver el partido de nuestro equipo favorito sin un largo viaje en autobús y lo de "las relaciones a distancia no funcionan" ya no valdría como excusa para dar por finalizado un amor de verano.

      Hyperloop también sería una magnífica manera de seguir estrechando lazos en Europa, pues casi todas las grandes capitales del continente se encontrarían a distancias de en torno a una hora. París-Berlín en 50 minutos, París-Roma en una hora y diez minutos, París-Londres en 25 minutos... es que incluso Madrid-Berlín se lograría en menos de dos horas (el avión tarda tres, sin contar el engorro de un aeropuerto) aunque dos horas metido en una cápsula como la que se propone en los bocetos, igual es demasiado, y como el propio Musk comenta en su escrito, a partir de 1.500 kilómetros los aviones supersónicos serán más eficientes en términos de tiempo.
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