¿Qué sucede cuando circula la Guardia Civil detras tuyo? - Multas Debates en Foro Transportistas

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    ¿Qué sucede cuando circula la Guardia Civil detras tuyo?

    • La pizca de rencor que pueda descubrir el lector en estas líneas, a buen seguro la hará suya porque en cualquier ocasión se habrá topado con casos de probada injusticia parecidos al que comienzo a describir. Transitando el año pasado muy cerca de Zamora -por la N-630 desde León, camino de Badajoz-, observo por el espejo retrovisor un vehículo de la Guardia Civil de Tráfico pegado al mío. Al momento observo la aguja que marca la velocidad de mi coche y la acoplo a los 90 km/hora, que es la apropiada para no recibir multa alguna. Por delante un camión nos hace aminorar la marcha a ambos, pero llegada una prolongada recta decido adelantarlo y me acoplo al ritmo de los 90, perseguido por el coche vigilante de Tráfico. Pasados unos cuantos kilómetros, el «verdiblanco» me adelanta y hace señales aspaventeras con el brazo y con las luces de colores instándome a detenerme. Lo hago con la seguridad del deber cumplido como conductor, y sonrío cuando el agente me pide la documentación. ¿Sabe por qué le hemos obligado a detenerse?, comenta circunspecto. Ni idea, contesto, he controlado la velocidad desde que los vi subidos a mi chepa, respondo sabiondillo. Usted ha adelantado a un camión unos kilómetros atrás y ha pisado la raya continua. Jaja, sonrío, lo adelanté limpiamente; jamás se me habría ocurrido arriesgarme a pisar la raya continua sabiendo, como era el caso, que circulaban ustedes justo detrás de mí. Impasible, el agente comienza a redactar el pliego inculpador y me entrega la copia con ademán indolente. Y entonces uno achanta la muy y dice entre dientes cagüenlaputa, serán cabrones... Lo primero que hago es averiguar el importe de la reprimenda: doscientos euros. Agente, le digo, sabe que no es cierto lo que usted expone. Y, además, le conmino a que lo demuestre: enséñeme la foto o el vídeo donde se muestra la infracción. Por toda respuesta, da media vuelta y parte raudo con su compañero, supongo que en busca de un nuevo incauto.

      En cuanto llegué a casa me puse, manos a la obra, a redactar un pliego de descargo: dispuesto estoy, decía en el escrito, a claudicar con los doscientos euros, siempre que me demuestren la razón de la denuncia como consecuencia -según ustedes- de mi descuidada manera de conducir. Detallé la fisonomía del agente: un veterano con perilla que hizo caso omiso a mis explicaciones.

      Como no recibí respuesta alguna, deduje con el paso de los meses que habían aceptado mis referencias, mi lógica disconformidad con el Sean Connery de turno, y que habían dado carpetazo al asunto. Lo rocambolesco no tardó en integrarse en mi espinoso discurrir diario: al entreabrir con prudencia días atrás (es decir, un año después del sucedido) la notificación por correo de la Agencia Tributaria, descubro un embargo de doscientos cuarenta euros que a saber de qué origen o incidencias. Acaso el IBI de la casa, el de la entrada de la plaza de garaje, en fin, las mil y una cargas que impone la municipalidad. Pues ni de coña. Llegado que hube a la plaza de San Francisco, a la sede de la Hacienda local, Toli (creo que ese era el nombre de la trabajadora de Hacienda que me atendió) me remonta a los doscientos euros que la Guardia Civil de Tráfico no es capaz de embargar en mis cuentas resecas. Y ahora todos estos casos, dice, los trasladan a esta Agencia Tributaria. con cuarenta euros de propina. Pero yo no pisé la raya continua, musito de manera pueril. Y Toli sonríe, no sé si por compasión y/o por no decirme a las claras «vete dándote por jodido».

      A estas alturas del artículo pensé meter entre líneas un exabrupto por encima del de ladrones o sinvergüenzas, pero me retracté, no fuese a incrementarse el dispendio. Era el caso, tal como me fue abriendo la caja fuerte de mi memoria la amabilísima Toli, que ahora los recibos incobrables de Tráfico los pasan a Hacienda, como si quisieran los «traficantes» salvaguardar su autoritarismo injustificable (por esa regla pueden asegurar, sin prueba alguna, que ibas circulando en sentido contrario, y a partir de ahí -¡que no son diez, ni quince, ni veinte euros!- te crujen: ¡¡doscientos, trescientos, cuatrocientos euros, es decir, sesenta mil pesetas de las de siempre!!, casi un sueldo por un desliz que, encima, no cometiste), como si quisieran justificarse, digo, en el paraguas familiar y modoso que bambolea en nuestra conciencia, el de que Hacienda somos todos.

      Y toda una mañana en el furgón de mala leche que llega a su apogeo cuando tengo que pagar cuatro euros del parking de San Atón por las horas perdidas en el asunto.

      Y digo yo que qué coño tiene que ver Hacienda con un gazapo en la carretera que, además, no fue tal, y que, claro, si yo contrato a un abogado me puede salir por el ojo de la cara porque, además, interpreto que al otro, al gobierno -qué sé yo si nacional, autonómico o local- le importa un bledo ganar o perder en el asunto, y que ellos no van a pasar por los malos momentos que, ganador o perdedor, me aguardan.

      Yo le había dicho al Sean Connery que no, y él que sí, y yo le volví a decir que no, y él que sí. Y al fin, lo que parece marcar la ley es que ellos, los que dicen que sí, tienen razón porque sí. ¿Se imaginan ustedes el negocio, por lo demás consolidado, de un diminuto coche de tráfico escondido durante unas horas tras unos matorrales en una cuesta abajo, con la excusa de la salvaguarda de nuestra integridad (cerca del km 36, por ejemplo, de la carretera Badajoz-Cáceres, y además qué integridad si, en cuanto se percata uno de su presencia, le obliga la circunstancia a pegar un frenazo que lo lleva patinando de un lado a otro de la carretera aunque vaya a 60), y a quienes, en definitiva, cumplen con su obligación laboral en el interior del vehículo y aprietan el gatillo de su metralleta fotográfica sin parar?

      En el colmo de mi desatinada imaginación, los observo jubilosos, como si les cayese la baba a cada disparo. Boccato di cardinali, con esa frase al uso, si bien ultrajando la gramática italiana, reseñamos los españoles esa imagen.

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    • Muy bien narrado, una experiencia que suele pasar mas de lo que se piensa, pero ....

      Siempre he defendido que en este Pais, 2 de las materias que deberian ser obligatorias en todo el ambito educativo, son la seguridad vial, y derecho civil basico.

      Dicho esto, porque son muchas las veces, que se ven, oyen o leen cosas que ya se deberian saber, asi que en relacion a este escrito, creo de recibo, exponer lo siguiente, y lo hago por orden de conocimiento, y no por orden cronologico.

      1.- Una frase que lo dice todo:
      El principio de veracidad del agente de la autoridad rige en la vía administrativa, no en la penal.

      - Principio de veracidad, quiere decir que la palabra del agente, tiene mas validez que la nuestra.
      Es por ello, que es fundamental, que quien sea agente, no mientra, tergiverse o distorsione la realidad de los hechos (cosa que lamentablemente, todos sabemos que pasa con algunos inutiles que visten uniforme).

      - En el ambito administrativo (sanciones de trafico generales), la palabra del agente "vale" mas que la del ciudadano, salvo prueba en contrario.
      Una vez interpuesta la denuncia la carga de la prueba (demostrar su no culpabilidad) recae sobre el ciudadano (cosa totalmente imposible en el caso expuesto u otros similares que suelen pasar bastante a menudo muy a nuestro pesar)

      - En la segunda, ambas "valen" lo mismo.
      El policía debe demostrar la culpabilidad del ciudadano con todos los medios de prueba admisibles en derecho.

      2.- Otra muy importante:
      El desconocimiento de una ley/norma, no exime de su imcumplimiento

      En conclusion, no se puede hacer nada contra esas sanciones, si no se dispone de prueba alguna que podamos aportar, ya que entre la palabra nuestra y la palabra del agente, prevalecera siempre la del agente.

      Eso si, en caso de disponer pruebas que demuestren que el agente miente, no solo debemos hacer el pliego de descargo, si no tambien se deberia poner la correspondiente denuncia en el juzgado (a poder ser) en contra de dicho agente.
      Ya que un agente con expediente, y con acumulacion de denuncias, siempre sera menos creible (aparte de las sanciones internas). Creo que este es un error de todos nosotros, que no denuncia nadie (aunque no se logrenada), y por lo tanto, no existen agentes con acumulacion de denuncias.

      Un saludo!
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    • Hola, mi caso es muy parecido ocurrio en carretera nacional 232 dirección Zaragoza a Logroño. Yo inicie juicio solicitando en el mismo que aporten pruebas - grabaciones de camaras de la carretera o del coche policial , tambien que se presentan los agentes que me denunciaron. En el juicio se presento solo el abogado del estado sin ninguna prueba diciendo que es suficiente la denuncia de los agentes. El juez dicto sentencia a favor de la policia confirmando la multa de 200e.
      Desde este caso instale una camara de video para grabar todo que sucede delante del coche. Saludos!
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    • Da gusto leerte, Lucas, lamento lo que te ha ocurrido, no me vayas a malinterpretar, pero es que con esa prosa, yo no sé cómo no te hicieron caso.

      Bueno, sí, sí lo sé. Si no se llega a mayores, los pliegos de descargo ni se leen, lo que no entiendo es cómo se te cobró sin darte un "desestimado", por ahí deberías quizás recurrir.

      Se amparan en que el proceso es tedioso, en que perdemos el 50% de pronto pago -que me dirás tú como el pronto pago español sigue siendo más caro que la multa completa del resto de Europa por la misma infracción teniendo la mitad de sueldo- , en que no disponemos de tiempo ni fuerzas para luchar contra un sistema lleno de malicia, y por eso.. siempre nos toca perder.

      A mí que el agente tenga presunción de veracidad dejó de parecerme un argumento cuando empezaron a cobrar "bonos" es decir, que comisionan, por la cantidad de multas impuestas. Es que no me cabe en la cabeza...


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